Es fundamental crear un entorno físico, emocional y social que facilite y optimice el rendimiento del paciente.
Este entorno debe ser:
• Sencillo: debe estar simplificado sin caer en la despersonalización. Es importante mantener los objetos personales y recuerdos del paciente.
• Estable: la rutina debe ser la base de todas las actividades. No se deben cambiar de lugar objetos, colores, formas ni hábitos.
• Seguro: debe contar con las medidas necesarias para eliminar cualquier tipo de riesgo.
ACTITUDES
1. Valorar los pequeños gestos diarios del paciente, ya que para él pueden tener un gran significado (como su privacidad en el baño o al cambiarse de ropa). No se debe hablar de él delante de otras personas. Es fundamental respetar sus creencias, costumbres y preferencias personales.
2. Mostrar afecto y cariño con palabras amables o con gestos suaves. Hay que estimularle para que se sienta querido, y estar abiertos a cualquier forma en la que él exprese lo que siente. Mantener el sentido del humor también es beneficioso, ya que reír puede ser muy positivo incluso en situaciones difíciles.
3. Tener paciencia y disfrutar del trato con el enfermo. Hay que permitirle hacer cosas por sí mismo siempre que sea posible. Si comete errores, es mejor dejar que los note por sí solo y los corrija.
4. Practicar la empatía, es decir, intentar comprender cómo se siente el paciente y conectar con sus emociones.
5. Ser comprensivos y tolerantes, evitando regañarle o ridiculizarle frente a otros. No debemos hacer comentarios negativos. Hay que ser conscientes del esfuerzo que hace para comunicarse con nosotros a pesar de sus limitaciones.
6. Estar atentos a sus intentos de comunicación: escuchar con atención, mirarlo a los ojos, utilizar gestos sencillos mientras se habla y observar su rostro. Es recomendable tocarlo suavemente antes de hablarle para que sepa que queremos comunicarle algo. Los mensajes deben ser breves y claros, hablados despacio y con apoyo de gestos si es necesario. Se deben enseñar los objetos a los que nos referimos y elegir los momentos más adecuados para hablar, creando así un ambiente de confianza.
7. Ser flexibles y saber adaptarse tanto a las necesidades del paciente como a los cambios de situación. Es importante entender que su comportamiento puede variar, y que lo que funcionaba ayer puede no ser útil hoy. La adaptabilidad, creatividad y flexibilidad son claves para afrontar estas variaciones.
8. Cuidar de la propia salud. El cansancio, estrés e irritabilidad son comunes entre los cuidadores. Si el cuidador no se encuentra bien, no podrá ayudar de forma efectiva. Es fundamental cuidar de uno mismo y pedir ayuda profesional si es necesario.